martes, 21 de agosto de 2012

Un último murmullo

Me acerqué despacito...
la luz de la luna iluminaba su espalda desnuda
ella trenzaba su pelo mientras tarareaba una canción,
 despacito...
 podía ver el reflejo de sus facciones perfectas en el vidrio,
su delgada figura acompañada de unos pechos firmes,
sus labio rojos se movían al compás de la canción que murmuraba
Mire la habitación.
sus tres paredes de vidrio, una cama de sabanas blancas en el medio. 
Mi chica en el centro.
memorice sus movimientos, sus dedos ágiles como araña tejedora
sus labios lentos y veloces.
Unas mil y una estrellas confundidas con las estrellas ficticias de la ciudad, 
ella parecía casi un cuadro de...
no sé
creo que nadie a pintado algo así jamas.
aguante la respiración, no sé cuanto tiempo,
pero mi cabeza comenzó a dar mil vueltas al revés
 me apoye en el marco de la puerta.
Ella hacía y deshacía la trenza en su largo pelo chocolate
cada vez que partía una nueva, la canción murmurada cambiaba.
Jugué a adivinar el nombre de cada una,
quizás
alguna acerté 
la luna fue cambiando su posición despacito
ella de a poco se fue acurrucando entre sabanas de lino y almohadas de plumas
jamás dejo de tararear ni de trenzar 
yo 
inmóvil
no podía quitar la vista de ahí.

Un último murumullo
me hizo brincar y querer correr a su lado,
en cambio
me acerque despacito
y la abrace esperando que el matiz oscuro del cielo fuera
cada vez
 un poco mas claro.

Un último murmullo



...




jueves, 9 de agosto de 2012

martes, 7 de agosto de 2012

Azul Rey

Su pelo castaño oscuro estaba enmarañado, pegoteado.
 Un charco rodeaba su cabeza, en forma de halo.
 En su mano izquierda  llevaba un  anillo
un diamante de un quilate 
El vestido azul rey, pegado a su cuerpo, parecía una segunda piel.
Su mano derecha estaba en una extraña posición, al igual que su pies,
cada uno enfundado en un zapato de cuero negro, los tacones eran de unos 15 centímetros.
Sus ojos miraban perdidos el techo infinito
su boca entreabierta, quería decir algo...
el color rojo brillaba un poco con la luz de la luna que se colaba por la ventana


En una esquina de la habitación, ahí donde la luna no bañaba nada, ahí donde un susurro, bajo y permanente, ahogaba  el grito de una garganta sin fuerza, ahí,
ahí estaba él, con sus manos bañadas en el halo de la chica