Su pelo castaño oscuro estaba enmarañado, pegoteado.
Un charco rodeaba su cabeza, en forma de halo.
En su mano izquierda llevaba un anillo
un diamante de un quilate
El vestido azul rey, pegado a su cuerpo, parecía una segunda piel.
Su mano derecha estaba en una extraña posición, al igual que su pies,
cada uno enfundado en un zapato de cuero negro, los tacones eran de unos 15 centímetros.
Sus ojos miraban perdidos el techo infinito
su boca entreabierta, quería decir algo...
el color rojo brillaba un poco con la luz de la luna que se colaba por la ventana
En una esquina de la habitación, ahí donde la luna no bañaba nada, ahí donde un susurro, bajo y permanente, ahogaba el grito de una garganta sin fuerza, ahí,
ahí estaba él, con sus manos bañadas en el halo de la chica
el color rojo brillaba un poco con la luz de la luna que se colaba por la ventana
En una esquina de la habitación, ahí donde la luna no bañaba nada, ahí donde un susurro, bajo y permanente, ahogaba el grito de una garganta sin fuerza, ahí,
ahí estaba él, con sus manos bañadas en el halo de la chica
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