lunes, 2 de julio de 2012

Seis metros bajo tierra y cuatro sobre el cielo

Muchas veces quise, y lo hice. Otras tantas me escondí y corrí kilómetros psicológicos arrancando de la verdad que pesadamente me pisaba los talones.
Unas cuantas me encerré en un baño con una botella de ron, whisky, si es que había... y un par, varios, de pastillas a simplemente olvidar. 
Porque, Por que (aún no aprendo cuál y estudio Literatura...CUECK!) ingenuamente creía que olvidar era lo mas sano que podía existir en la faz de la tierra.
De a poco aprendí que el olvidar jamas ayuda .
La meta no es olvidar, la meta es  hacer parte y aceptar.
Aceptar que quizás lo que paso, paso por una razón , que las palabras que se dijeron se dijeron por esta otra razón y que hiciste lo que hiciste por esta aquella razón.
Hacerse cargo de los errores, aceptarlos.
Perdonar, para perdonarse.
Cometí errores en mi vida, lo acepto.
Hice daño y me hicieron daño.
Sufrí e hice sufrir.
Perdone para perdonarme.
Si  no lo hubiese hecho, la locura y el olor a podrido estarían en mi reino, como en el reino de Hamlet.
Muchas veces agarre mis miedos mas profundos y los escondí
 seis pies bajo tierra, 
y espere que  los momentos mas bellos fueran
cuatro sobre el cielo.
El punto es que los enterré cuando aún no los había hecho parte de mi
cuando aún no  los aceptaba.
Pasaron  días,  semanas, meses y años.
Tuve que correr miles de kilómetros psicológicos, 
tuve que tomarme hasta el agua del florero 
 y recién en ese momento,
tirada en el piso, 
con los ojos hinchados y con heridas en mi cabeza, de tanto rascarme.
 Acepté lo que había sucedido.
Perdoné
Me perdoné
y me acepté.
Pude enterrar mis miedos seis pies bajo tierra,
aceptándolos y esperando que de aquí en adelante todo sea
cuatro sobre el cielo.

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