Las luces parpadeantes lograban atravesar mis parpados cerrados. La música se metía no solo por mis oídos, sino que por cada poro de mi piel; sentía una gota de sudor bajando por mi espalda libre, la polera que llevaba esa noche me daba esa posibilidad.
Estaba cansada, mis pies enfundados en unos zapatos de tacón fueron, quizás, una mala opción.
Me sentí libre, como hace mucho que no me sentía... quería bailar, solo eso... bailar.
me sentí linda
me sentí feliz
Baile sola mucho rato, sentía las risas a mi alrededor, empujones en mi espalda o en uno de mis hombros.
yo seguía en eso...bailando...
la música cambiaba de género, de ritmos, de velocidad, de intensidad
mis brazos subían y bajaban, mis ojos cerrados no querían ver nada, o a nadie, que los distrajera de la crucifixión que llevaban en ese momento.
Sentía como, con cada gota de sudor, se extinguía cada pena, cada rabia y cada mal momento pasado,
estaba libre.
De cuando en cuando me llevaba a la boca la botella de corona, y daba un largo sorbo.
La cerveza helada bajaba hasta mi estómago, sentía como se metía en mi sangre y me subía a la cabeza
Quise reír, reír como nunca antes, pero no lo hice
decidí guardarla y poder dosificarla para los días de pena, para tener siempre un poquito de esa sensación de éxtasis en mi piel.
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