martes, 12 de junio de 2012

En la panza del Hyunda

Radioactividad. Aquella palabra que nos hace pensar en historias como la del Hombre araña, saltando de edificio en edificio, luchando con los malvados villanos; o en Hulk, el hombre verde y furioso, que usa pantalones a su medida. Pero esta historia no va de eso, no habrá ningún hombre verde, ni uno con un ajustado traje saltando de edificio en edificio; ni siquiera habrá algo de acción, es mas bien una historia fome. Solo habrá unos cuantos, muchos, hombres con ojos rasgados, temiéndole a unos cuantos autos, una maquina chirriante y creo que dos otros hombres, quizás tres. Ah! Y un barco. Una barco, muchos autos. El Hyunda 106. El capitán del barco. Corría de un lado al otro de la nave con una radio chirriante en su mano, gritaba unas cuantas palabras en un idioma que nadie de los que estaban en la costa entenderían. Una gota de sudor caía por su cara. Su cara estaba roja. 1022 automóviles nuevos. Radioactividad. Varios, muchos, hombres con los ojos rasgados, con grandes mangueras lavando los automóviles. Esponjas verdes con espuma que no paraba de reproducirse. Hombres temerosos con guantes amarillos, intentaban lavar la radioactividad detectada en cada uno de los cuatro ruedas. El capitán, sigue corriendo, gritando aquellas palabras. El agua corre hacia unas canaletas. El agua llega a la panza del Hyunda, es guardada en grandes barriles. Otro hombre. El otro hombre con una maquina en la mano. La maquina tiene un pitido intermitente, cada vez que la acercan a un automóvil, el pitido se hace constante. El otro hombre apunta con el dedo al cuatro ruedas, con el pitido constante, y grita un par de palabras, otros hombres de ojos rasgados contestan con palabras deformes, el grito se pierde entre las olas agresoras del barco. El capitán. Ahora, habla en un idioma con mas forma, se entiende algo así como “no, no autos aquí. San Antonio”, una voz indefinida le contesta, el asiente. Los hombres de los guantes amarillos, se van cambiando de automóvil, limpian uno, y se van a bañar al otro, y así sucesivamente. El sol color guante, quema la piel de los hombres con los ojos rasgados. Las gotas enormes caen a través de sus menudos cuerpos. Inundan sus ojos lineales. Otro hombre, aparte del ya nombrado otro hombre. Otro hombre sentado en la panza del Hyunda. Lagrimas cayendo por su cara. Ojos rasgados cerrados. Una línea. Otra maquina de pitidos intermitentes. La maquina solo hace pitido constante. Un recuerdo. Un movimiento, una ola, una planta nuclear. El otro hombre llora. El no tiene guantes amarillos, ni esponja verde. El no tiene radio chirriante, ni produce palabras deformes. El tiene una pistola y jala el gatillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario